
Palma, viernes 14 de junio de 2024
Superpoderes
Poderosa segunda jornada del Mallorca Live Festival liderada por la heterodoxia subyugante de María José Llergo, Jeff Rosenstock, Derby Motoreta’s Burrito Cachimba y 2ManyDJs
Por Víctor M. Conejo y Annalisa Marí Pegrum
José Luis Luna y Nena Carbonell (ver galería)
Qué difícil es llegar a tiempo al segundo día del festival. Hay que superar el cansancio de la noche anterior, acicalarse a tiempo, correr para llegar a hora. Por suerte el viernes el despliegue de guardias civiles y agentes de seguridad fue ligeramente menor, aunque igual de impresionante. (Spoiler: la segregación de clase que ofrece la VIP puede ser una solución a este pequeño obstáculo).
Muy bien The Ripples: les dio igual que hubiera puntapalaypicomil o cientoypocos. Encararon su concierto evidenciando que no es que crean en su música, sino que la aman. Ante la tesitura de abrir la jornada muchas bandas optan por tocar como si estuvieran en un ensayo en el local. Tocando bien, pero ensayando. Ellos no. Lo mismo se podría decir de Guille Wheel & The Waves, estos con algo más de público. En la misma franja, los menorquines El Cairo recetaron indie pop y rock con algo de noise que sonó gloriosamente noventero. Johnny Garso tira más al emo, con equilibrio ejemplar de accesibilidad y sonido arisco, servido con maneras ejemplarmente impetuosas. Y fascinante la versatilidad de Jeff Rosenstock, la más genuina aportación guitarrera de todo el cartel. Qué infinidad de registros, de furias y de sensibilidades.
En un día algo difícil para aquellos que querían evitar el indie, parecía que el escenario The Club, el viernes programado por el Flexas, era una buena solución. «Quiero bailar” era el mensaje que llegaba al grupo de WhatsApp, y hubo un rato en que sospechamos que sería difícil. Pero el petardeo de la Terremoto de Alcorcón nunca falla. “La primera rapera de España era Lola”, y ahí nos congregamos para bailar con Lady Dijey y Aina Losange, ambas como siempre con su espectáculo dinámico y ocurrente. Escuchamos algunas versiones locas («Toxic» de Britney Spears, «212» de Azealia Banks) antes de poder disfrutar los clásicos de Los Manolos («Amigos para siempre»). Goze máximo, audiovisuales menos impactantes que ayer cuando comandaba Sa Fonda en dicho espacio, pero bailongo al fin y al cabo.
Antes, primero, Fab Morvan de Milli Vanilli hasta sorprendió: diversión y hemeroteca musical perfectamente conjugadas. Inoculó nostalgia con notable habilidad escénica. Y segundo, si Papá Topo estuvieron excelentes hasta lo mesiánico, concluyeron con estilazo subiendo a las tablas a xeremiers y balladors.
«Todos somos seres de luz» y ¡bam!, ya empezaban Lori Meyers. Una cosa está clara: los jóvenes vinieron ayer, por tanto regocijo para los viejos indies que disfrutaron tranquilamente del concierto de los granadinos. Por lo visto aún queda un buen número de dichos ejemplares vetustos, porque en el escenario de Derby Motoreta’s Burrito Cachimba había relativamente poca gente para disfrutar de la propuesta de relevo generacional del rock andaluz, bebedor de grupos como Triana o Medina Azahara. Dedicaron su concierto a Sandré, uno de los grupos que inauguraba el día de ayer en el escenario de Radio 3. Por resumirlo: un trolebús que aceleraba, aceleraba y aceleraba. Apisonadores.
La tarde-noche tuvo dos titulares en Fades y Michael Kiwanuka, y sobre todo tuvo un hito que se llamó María José Llergo. Eran las nueve y cuarto cuando la luz se iba, pero al final no: no pasó porque fue cuando salió a cantar. Se hizo grande y engrandeció el segundo escenario principal, y tanto saltó y saltimbanqueó como se hizo chiquita y se derritió. Tales son sus superpoderes. Neoflamenco, neopop, neoluz. Tantos que en el fondo quedó en casi anecdótico que demandara que le hicieran llegar la bandera palestina que ondeaba entre el público. En definitiva, son contadas las ocasiones en que merece ser dicho, y aquí sucede: estar allí, en aquel momento, escuchándola cantar, daba la impresión de estar aprovechando la vida. Enhorabuena a quienes estuvisteis: lo conseguisteis.
Dos zurriagazos de electrónica protagonizaban quinielas y horarios, sin que ninguno defraudara. Underworld sorprendieron con un inicio insospechadamente lúdico. Comunión instantánea con la marabunta de público, tanto en quienes conocían y esperaban el giro hacia su habitual zapatillismo lacónico (lo hubo a partir del segundo tercio de set), como en la miríada de cabezas desacompasadas cuyo conocimiento del recorrido del dúo británico no iba más allá del track incluido en la banda sonora de Trainspotting.
Y no fue mala idea la de quien eligió cerrar jornada con 2manydjs. Tal vez no estaban en la alineación titular de casi nadie por la cantidad de años que llevan, pero cabía recordar que son infalibles. Fustigaron rebién, tanto con sorna musical como con erudición, tanto con roturas inesperadas de cintura (si no, no serían ellos) como con técnica de catedráticos. Una clase maestra de old-school reciente. Aprovechar la vida, y tal.
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